- A r r e g l o 9 - La Música como expresión real de la Consciencia

La música, cuando no es interpretada en «directo», en la mayoría de los casos, debe ser registrada en soportes escritos (partituras) o audibles (grabaciones mecánicas, analógicas o digitales) para su posterior ejecución o reproducción, bien sea el caso. Acceder a estos «registros» supone dos eventos completamente distintos entre sí pero similares en esencia, ya que la música es su «Raison d’être».

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La ejecución de una melodía a través de la interpretación de una partitura o a través de la improvisación, reviste un hecho complejo, dado el grado de preparación, conocimiento y destreza para realizar tal acción. Es un estado de consciencia en sí.

Al escuchar una grabación, en su aspecto mas básico, supone un hecho meramente apreciativo y/o contemplativo (sin ánimo de subestimar todo el ardid científico – tecnológico que implica el manifestar la fabricación de los distintos dispositivos electrónicos involucrados en los procesos de grabación y reproducción), pues a diferencia del primero, no existe la presencia física del intérprete, solo se está interactuando con el (los) «registro(s)» de su interpretación. El único estado de conciencia implícito en este proceso (aparte de los músicos registrados en las grabaciones y que no aplican en este caso) estaría en aquellos que concibieron y desarrollaron las tecnologías necesarias para grabar y reproducir dichos registros.

Por lo tanto, un “registro” es un medio o soporte en donde se almacenan para su posterior uso grabaciones y, que en su más amplio espectro pudiesen ser también, datos o cualquier otra información no estrictamente musical y que, en este contexto, no aplica.

No es casualidad que a los discos de vinilo, en los países anglosajones, se les llame «Records» (en inglés: Registros). Millones han sido fabricados y junto a otros soportes o registros de grabación analógicos y/o digitales, conforman someramente, una parte del enorme legado musical de lo que llaman «humanidad».

La música va mas allá de lo lúdico, pues encierra en sí misma la consciencia de aquel que la concibe, de aquel que la ejecuta y de aquel que la percibe. Contiene, en última instancia, la consciencia de la creación misma. Es «Unicidad».